Si hay una cosa que ha marcado nuestra infancia, para bien o para mal, son las películas de animación de Disney. Nosotros, niños inocentes y con poco conocimiento de lo que nos deparaba el mundo (porque de haberlo sabido, os aseguro que escogería mil veces seguir siendo una niña) nos quedábamos embobados mirando a través de nuestra tele y nuestra cinta de video la historia que nos proponía el mago de la animación a través de sus mágicas historias.
Pero más allá del mundo de fantasía que veíamos a través de las películas teníamos un sinfín de secretos detrás de cada una de esas historias. Algunas malintencionadas, como ideologías políticas o creencias personales de Disney detrás de sus personajes, y otros secretos un poco más “inocentes” por llamarlos de alguna manera, entre los que se encuentran los verdaderos rostros humanos en los que están basados cada uno de los personajes animados.