Durante este año se ha estrenado una ópera de Philip Glass llamada “El perfecto americano”. De por sí, la noticia es curiosa ya que cuando uno piensa en este tipo de música es fácil llevar nuestra mente unos siglos atrás; pero lo más curioso de este montaje de Glass es que su protagonista es el mítico Walt Disney, el creador de personajes tan entrañables como el ratón Mickey o Blancanieves.
Esta ópera recrea los últimos meses del creador del mayor imperio de animación de todos los tiempos. La historia que cuenta se basa en el libro de Peter Stephan Jungk, que tiene el mismo nombre, y ha sido producida conjuntamente por el Teatro Real de Madrid y la English Nacional Opera.
Esta obra deja entrever los aspectos más polémicos de la vida de Walt Disney sin dejar de lado cierta crítica a la sociedad estadounidense de su época. Un empleado de la factoría despedido recientemente será quién busque obsesivamente sacar lo peor de esta figura.
La cara negra de Disney
El libro de Jungk retrata a Disney como un misógino, un racista con ideas ligadas al fascismo, y como un adúltero empedernido. Sin embargo, la ópera es el reflejo de lo mejor y de lo peor del personaje llevado a cabo mediante sentimientos contrapuestos del mismo Walt Disney.
La intención de Philip Glas era que su historia llegara al espectador y lo conmoviera, retratando la humanidad de Disney por medio de sus preocupaciones y de las decisiones que debe tomar. Además, trata el miedo por la idea de que sus dibujos alcancen tal fama que dejen su persona en el olvido.
Y Philip Glass lo hizo música
En un primer momento este compositor mostró un tremendo respeto hacia la figura de Walt Disney y hacia los estudios que llevan su nombre. Siempre que se le pregunta matiza la visión negativa exagerada del padre de la factoría y lo inserta dentro de un contexto determinado.
Glass es uno de los compositores de bandas sonoras más celebrados de los últimos tiempos. Suya es la música de El show de Truman y la de Las Horas, la cual le valió una nominación a los Oscar, aunque no ganó finalmente. También ha trabajado bajo las órdenes de Woody Allen, creando la banda sonora de El sueño de Casandra.
Además, El americano perfecto es la ópera número 24 de este autor, que siempre busca encontrar un estilo personal y que ha conseguido consolidar con duros años de trabajo.