Que no: que Walt Disney no está criogenizado. Sus restos fueron incinerados y descansan en el cementerio de Glendale, al norte de la ciudad de Los Ángeles. Tampoco es de origen español: nacido en Chicago, sus orígenes nada tienen que ver con Mojácar, sino que es descendiente de emigrantes normandos.
Peter Stephan Jungk, escritor estadounidense de origen austriaco derriba unas cuantas leyendas urbanas sobre este ejemplo del sueño americano y se encarga, de paso, en su revisión novelada y crítica de la última etapa de la vida de Walt Disney de esbozar a un ser más siniestro del que su luminosa leyenda deja ver.
El libro se llama El americano perfecto y, con su mismo nombre, el 22 de Enero se estrena una ópera en el Teatro Real de Madrid. Una y otra obra se sumergen en el lado más tétrico de Walt Disney. Es, tal vez, por tal razón por la que se elude cualquier alusión a los personajes que Disney creó. Y es que no iba ser barato el simple hecho de mencionarlos, ante las exigencias dinerarias de la compañía.
Desmontando el mito
El libro en el que se basa el montaje es un crítico y ácido retrato de unos de los iconos por excelencia estadounidenses. Retrata a Walt Disney como a un ser trágico, a la vez que conmovedor, un hombre que se hizo a sí mismo y que hizo soñar al planeta Tierra.
Pero no es, ni con mucho, un retrato amable, como no era, este personaje, amable ni tan genial como dice la leyenda, al menos si atendemos a lo nos cuentan libro y ópera. Egoísta, misógino, racista sin ningún complejo, anticomunista y antisemita. Era un auténtico megalómano que decía de sí mismo “Más gente conoce mi nombre que el de Jesucristo”. También denunció a Chapin y colaboró de forma activa en la caza de brujas.
Era un hombre acomplejado y un verdadero tirano con sus empleados. Lo firmaba todo, aunque ni siquiera el primer boceto de Mickey era una creación suya, sino de su estudio. Aun así, pensaba que “sin mí todo mi reino se vendrá abajo”.
Quién y por qué escribe esto
Pero, ¿quién ha escrito tamañas atrocidades sobre Walt Disney? ¿Por qué? Y, ¿basado en qué? Jungk, hijo de un filósofo y biógrafo, ni siquiera se había planteado escribir sobre Walt Disney. Pero un amigo de su padre, dibujante y trabajador en su día para Disney que había sido despedido de mala manera, se cruzó en su vida.
Un hombre resentido, supuesto autor de los dibujos de La bella durmiente le dio detalles comprometedores sobre Disney y sus métodos. Con ellos, el escritor montó un relato “con una fuerte base real y bastantes ficciones.”
Creamos o no lo que se nos dice, a día de hoy, la figura de Walt Disney se asocia a su legado, y éste, a su vez a la magia y a la ilusión ¿Debería, pues importarnos cómo vivió Walter Elias Disney más que lo que nos hace sentir o soñar su herencia? Ahí lo dejo…