Suena ahora mismo en mis cascos una balada deliciosa de un grupo alemán llamado “Helloween”. La canción se llama “Your turn” y de ella extraigo estos versos:
“See the little boy holding mama’s hand / His eyes can see the things we’ve long forgotten / The world is easy now–and somehow / He’s right / Until there is this day when Mickey Mouse must go away”.
Vale, traduzco: “Mira al niño pequeño de la mano de mamá / Sus ojos ven cosas que nosotros hace tiempo que olvidamos / El mundo es fácil ahora… y de algún modo / Tiene razón / Hasta que llegue el día en el que Mickey Mouse deba irse”.
Una letra que firmarían muchos
Es una balada deliciosa con una letra que suscribiría casi cualquier adulto a que le quede dentro algo parecido a la ilusión, por más que el mundo, con sus necesidades creadas, sus dimes y sus diretes se empeñe en ahogar.
Todos hemos sido niños, y algunos no hemos dejado de serlo de todo. Es más: el día que pierda la capacidad de ilusionarme con una tontería, de reírme con las desventuras de Donald, de repetir frases como “¿Confías en mí?… ¿¡Confías en mí!? ¡¡Pues salta!!” quien haya visto Aladdin, sabe de qué hablo. El día que no se me escape una lágrima viendo “La bella y la bestia”. Ese día cantaré “Your turn”, pero se convertirá en la canción más triste del mundo.
Un Nunca Jamás en el mundo real
Afortunadamente, existe un lugar donde taitantas primaveras, puedo ser ese niño risueño, emocionado, alegre e ilusionado. No: no hablo de Nunca Jamás. Una cosa es que añore la infancia y otra muy distinta es que esté para que me encierren. Nunca Jamás es una tierra más o menos imaginaria.
Además, el vuelo a mi particular país de fantasía no precisa de polvo de hada: es suficiente con tomar un avión al Charles de Gaulle (el aeropuerto de París) y de ahí un tres, bus, coche, bicicleta o calzado cómodo y resistente hasta Eurodisney.
Que no se vaya nunca
Cada vez que lo visito compruebo, para mi alivio, que el niño que fui y sigo siendo sale con facilidad, que chillo y siento un vértigo mortal en las montañas rusas, me emociono y recuerdo fragmentos de películas y de sus diálogos. Dormir, comer, pasear en el parque me ayudan a comprobar que la magia sigue en mi alma y la alegría es parte de mi ser.
De vez en cuando visto Eurodisney y compruebo que Mickey Mouse sigue ahí…