La fotógrafa israelí Dina Goldstein ha publicado una serie de fotografías en las que ha puesto en entredicho que los cuentos tengan siempre un final feliz. Poniendo en duda el “y fueron felices para siempre” que suele servir de remate para todas las historias perfectas, Dina se ha preguntado que pasaría con las princesas Disney una vez pasado el tiempo y enfrentadas a la vida diaria.
Su retrato no ha sido precisamente esperanzador ¿más realista? Quizás en algún caso, aunque lo que si suponen estas fotografías son una muestra de rebeldía y rabia que la autora afirma sentir hacia unos finales felices que no se corresponden con la cruda realidad de la vida.
Unas princesas enfrentadas a los problemas cotidianos
La Caperucita de Goldstein no se puede contener a los placeres que representan los dulces de su cesta, demasiado ricos en grasas saturadas y azúcares y se ha vuelto una mujer obesa con problemas de adicción a los hidratos de carbono y que devora compulsivamente pasteles y bebidas ricas en calorías.
La Sirenita no pudo adaptarse al mundo o el mundo no supo adaptarse a ella y como especie exótica que es, ha terminado confinada en la pecera de un acuario para disfrute de visitantes curiosos, sola y exhibida como un ejemplar único.
Cenicienta no ha podido superar sus traumas de infancia y la soledad que le ha supuesto en trono y ahoga sus penas en un vaso de licor en un bar, junto a varios paisanos que la miran con asombro.
Blancanives, ya casada con el príncipe encantador, se enfrenta ahora al pago de las facturas todos los meses y a la obligación de cuidar a varias criaturas mientras su marido mira la televisión tomando cerveza en un cuarto en perfecto desorden.
¿Y que ha sido de Pocahontas? Ella no se casó nunca y ha acabado sola y amargada en un pequeño apartamento repleto de gatos, viendo la televisión.
Una visión cruel y descarnada
Bella no puede asumir el paso del tiempo y la vemos en una mesa, mientras es sometida a inyecciones de botox y operaciones de cirugía estética para intentar alcanzar la eterna juventud que se le escurre entre los dedos.
Aurora continúa su sueño en un geriátrico dónde ha sido abandonada al no ser capaz de cuidar de si misma rodeada de ancianos de mirada perdida. Y la intrépida Jazmine sujeta una metralleta en medio de un conflicto bélico de los que tanto abundan en su Oriente natal.