El gran defecto de los lingüistas es que son fríos es que hacen de algo tan vivo y tan subjetivo como las palabras. Veamos un par de ejemplos a través de la Real Academia de la Lengua Española:
Tenemos, de un lado: “1. f. Arte o ciencia oculta con que se pretende producir, valiéndose de ciertos actos o palabras, o con la intervención de seres imaginables, resultados contrarios a las leyes naturales. / 2. f. Encanto, hechizo o atractivo de alguien o algo. / ~ blanca, o ~ natural. 1. f. La que por medios naturales obra efectos que parecen sobrenaturales.”
Y, de otro lado: “1. f. Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos. / 2. f. Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo. / 3. f. Viva complacencia en una persona, una cosa, una tarea, etc. / 4. f. Ret. Ironía viva y picante.”
¿De verdad que eso es todo?
Sí: el primero de los párrafos es la definición que la Academia da a “magia”; el segundo se refiere a “ilusión”. Nada que objetar a lo que hay. Pero… ¿Está todo? ¿Las definiciones académicas abarcan todo el sentido de las palabras o, por el contrario, se quedan cortas?
Veamos Eurodisney a través de los ojos de un niño de siete años. Pero no cuando ya ha entrado en el parque, cuando ha conocido a Mickey Mouse o cuando Donald se le acerca mientras está degustando un algodón de azúcar.
Del pasado al futuro
No. Veamos el mundo a través de los ojos de ese pequeño cuando, meses atrás, papá y mamá le dicen que se va a Eurodisney. Veámoslo mientras sus progenitores planifican la ruta, y él se imagina cómo será el viaje en avión, el hotel, soñando (otra palabra muy escasamente definida) con cómo se sentirá en las atracciones…
Cerremos los ojos y abrámoslos cuando, radicalmente en contra de sus deseos, debe abandonar el parque, algo más tranquilo con la promesa de regresar si se porta bien. Volvamos a cerrar los párpados y abrámoslos diez años más tarde: el recuerdo de su visita consuela al chico en momentos duros, lo alegra y lo hace desear volver, ya que no por sí mismo, con sus hijos en el futuro…
Y ahora, pensemos: ¿en qué parte de las definiciones de la Real Academia cabe todo cuanto acabamos de contar? Y, sin embargo, son partes intrínsecas de cuanto abarca “magia” o “ilusión”.