Que la desconfianza y la maldad suele estar en el que mira, no es nada nuevo. Que la frase, el guiño más inocente puede malinterpretarse, tampoco. Ni sorprende a nadie que determinados sectores especialmente picajosos le busquen los pies al gato. Bueno: al ratón, concretamente a Mickey.
Comienza aquí una serie de varios artículos en los que vamos a echar un vistazo a las diez películas de Disney que han levantado ampollas en sectores sociales cuyos miembros, muy probablemente, no tengan grandes preocupaciones y por eso tienen que inventárselas.
La primera de las obras de la Factoría de la magia que vamos a mencionar y que no le ha hecho mucha gracia a algunos es “La princesa y el sapo”. Con ella, Disney trataba de romper estereotipos y darle el protagonismo a una adolescente negra (si yo soy blanco y no me ofendo cuando me lo dicen –y podría-, `ella es negra, y quien se ofenda puede irse a dar un paseo).
No hay forma de contentar a todo el mundo
El caso es que los ejecutivos de Disney no quisieron que nada quedara al azar. Incluso el nombre, Tiana, tiene reminiscencias étnicas, cuando en principio se iba a llamar Maddy. Que, por cierto, en principio, empleada doméstica. Pero la corrección política llevó a recalificarla como chef profesional.
Aun así, determinados sectores acusaron a Disney de perpetuar ciertos clichés racistas por el tono claro de la piel de Tiana, por hacer que la historia se desarrollara en Nueva Orleans y por achacar la práctica del vudú a la raza negra… ¿Es o no es de personas con ganas de buscar polémica donde no tiene por qué haberla?
La viga en el ojo propio
La segunda de las películas de las que hoy vamos a hablar es Aladdin, cuya banda sonora escoció a determinados árabes al describir la zona como un sitio “donde se cortan las orejas, si no te gusta tu cara. Es barbárico, pero es mi hogar”. De hecho, esta parte se cambió cuando la banda sonora salió a la venta. No sabemos si a petición de gadafistas, talibanes o seguidores de Sadam Husein.
Del mismo modo, la escena donde un comerciante trata de cortarle la mano a la princesa Jasmin por haber intentado robarle una manzana despertó oleadas de furia en el mundo árabe. Lo que no concreta la información es si los enfadados eran de los que lapidaban mujeres por el delito de ser adúlteras o eran imanes que interpretaban que la Guerra Santa se hace con pobres tontos que se inmolan para obtener una buena cantidad de mujeres vírgenes en el Paraíso.
No tardaremos en volver sobre el tema de las polémicas suscitadas por las películas de Disney (y, seguramente, por los artículos de estas serie).